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Elena y Vega

Elena

No sé si mi cuerpo estaba esperando a Ariana o fue casualidad pero para mí su llegada a casa supuso el cambio de la dilatación al expulsivo. Por fin mi cuerpo me pidió cambiar de postura y no sé cómo pero ya estaba todo listo en el salón para la llegada de Vega. Me coloqué acuclillada en la silla de parto con Ari a mi espalda pero ella enseguida se dio cuenta de que no estaba cómoda y me propuso darme la vuelta. Así que de rodillas con cojines en el suelo, empecé a notar cómo mi bebé bajaba por el canal del parto, despacio, sin prisa. Ella me sujetaba, me daba ánimos y yo me agarraba a ella en cada contracción como si fuera mi tabla salvavidas. En ese momento sonó su voz,  la voz de Ariana como venida de la prehistoria, en un cántico tribal, al que se unieron la matrona y mi pareja… me sentí poderosa, salvaje, mamífera al fin y al cabo, estaba pariendo con mi tribu. Creo que ha sido el momento más intenso y especial de mi vida.

Así nació mi hija. No tengo palabras para definir la gran labor de Ariana, su ayuda en los momentos posteriores en la ducha, en el sondaje que no pudimos evitar aunque lo intentamos y con el bebé y la logística.

Si tuviera otro parto repetiría sin dudarlo.

 

Raul

Reconozco que no tenía clara cuál era la función de la doula en el parto, ya que estaba la matrona. Pero pronto lo supe: hacer más fácil el proceso a todas las personas implicadas.

 

Ariana fue de gran apoyo en todo momento, también después de que naciera Vega. Ella colocó a la peque en mi pecho, piel con piel, ella sonreía cuando el cansancio empezaba a aparecer y ella inició un canto para dar la bienvenida a Vega, un canto que no olvidaré y que fue uno de los momentos más hermosos de mi vida.

 

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