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Parto en las montañas

Madrugada de un martes, llamada de teléfono☎️… ¡¡PARTO‼️ Después de varias semanas sin tener ninguno, llega el momento.

 

La adrenalina recorre todo mi cuerpo, me visto, beso a mi compañero, me anima. Llamo a Laura, nos organizamos y para cuando me doy cuenta estoy en el coche .

El ritmo empieza a bajar, viajar con Laura al lado siempre es mejor, juntas vamos respirando lo que nos viene por delante.

Un parto, una mujer, una familia.

 

➡️ Cuando llegamos todo está en calma, nos encontramos a una madre tranquila, confiada y aplicando esos pilares que tanto os repito: DORMIR-COMER-BEBER. La siento en paz, emocionada de que por fin está de parto y va a conocer a su bebé. Está totalmente embriagada por el parto, dejándose mecer por él y viviéndolo con mucho amor.

 

A la vez está también pendiente de nosotras: nos acaricia, nos mima y nos cuida a su manera. ¡Cuanto lo agradecemos!. La abrazo, le transmito todo mi calor. “Eres una estufita Ari” me dice🔥

 

Y así, sin una frecuencia clara, sin pistas firmes de que el nacimiento va a ser inminente, la mami nos dice: -El bebé quiere que me ponga a cuatro patas-

 

Imaginaros la sorpresa 😱 cuando, sin prácticamente haber empezado expulsivo, al ponerse a cuatro patas, vemos que asoma la cabeza.

 

Salió lentamente, las manos de su padre le esperaban para recibirlo y con delicadeza lo pasó entre las piernas de su madre. Y ahí se quedo, entre el colchón y una madre loba que seguía a cuatro patas.

Pronunciaron por primera vez su nombre, lo acariciaron y siguieron amándolo desde el exterior.

 

 

Gracias M&A por vuestro amor y confianza 

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